La mosca del olivo (Bactrocera oleae Gmelin) es uno de los enemigos más dañinos del olivar. Sus pupas pasan el invierno bajo tierra y, con la llegada de la primavera, emergen los adultos listos para iniciar un nuevo ciclo. Las hembras depositan los huevos en las aceitunas, que se transforman en larvas durante el verano y se alimentan del fruto. El resultado: pérdidas que pueden alcanzar hasta un 30% de la cosecha si no se actúa a tiempo.
Según Miguel Ángel Martínez Escobar, delegado de Field Marketing de SIPCAM Iberia, la campaña actual muestra una alta incidencia de la plaga debido a factores como:
El control de la mosca del olivo requiere combinar prácticas preventivas con tratamientos eficaces:
En conclusión, la mosca del olivo puede poner en riesgo una parte importante de la producción, pero un manejo adecuado —basado en prevención y tratamientos específicos— permite mantenerla bajo control y asegurar una cosecha de calidad.