El olivar es un cultivo tradicional de gran importancia económica y gastronómica, que requiere un manejo preciso para maximizar su rendimiento y calidad. Necesita un plan completo de nutrición que favorezca un crecimiento equilibrado, un control eficaz de plagas mediante insecticidas y nematicidas, y la prevención de enfermedades con fungicidas específicos. La gestión de malas hierbas con herbicidas selectivos y el uso de bioestimulantes y fitorreguladores permiten que los olivos afronten las situaciones de estrés, asegurando cosechas sanas y de alta calidad.